martes, 2 de enero de 2007

Los pájaros


Me dieron ganas... así que, mientras volvía a casa, me puse a caminar.
Caminé de vuelta a casa. No es que no estuviera caminando, claro, sólo que dejé de ir pensando.
Y entonces noté que, como atardecía, se oían unos pájaros que también estaban volviendo. Me puse a escucharlos.
Había tres pájaros parados en un árbol que quedaba de paso. Tenían el pecho amarillo, esos pájaros. Y mientras yo avanzaba, se adelantaban de rama en rama y de árbol en árbol, de tal modo que, mientras caminaba, los iba oyendo cantar.
Uno de los pájaros llevaba una semilla. Era una semilla redonda, bastante grande en comparación con el pico del pájaro.
Seguíamos caminando (y cantando) cuando me pareció que uno de los pájaros se había parado.
Cuando me di vuelta lo vi, y él también estaba mirando.
Había dejado caer, de su boca, la semilla.